Rocío Dúrcal fue una artista que traspasó fronteras, conquistó corazones y dejó una huella imborrable en la música y el cine en español. Aunque su vida profesional estuvo siempre bajo los reflectores, su vida sentimental se mantuvo en la discreción… hasta ahora. Este recorrido íntimo revela no solo los grandes amores de la estrella madrileña, sino también las decisiones, rupturas y secretos que definieron su historia.

UNA INFANCIA HUMILDE Y UN SUEÑO INQUEBRANTABLE

María de los Ángeles de las Heras Ortiz, más conocida como Rocío Dúrcal, nació en Madrid el 4 de octubre de 1944, en una familia modesta del barrio de Cuatro Caminos. Desde pequeña mostró un carácter fuerte y una voz prodigiosa que primero fue descubierta por su abuelo Tomás, el gran amor platónico de su infancia y quien creyó en su talento antes que nadie.

Fue su abuelo quien la llevó por primera vez a la radio y la animó a participar en concursos, en contra del deseo de su padre. Así comenzó su camino como artista, bajo varios nombres artísticos, hasta adoptar el seudónimo que la haría eterna: Rocío Dúrcal.

LOS AMORES JUVENILES Y UN CORAZÓN DIVIDIDO

Ya en el mundo del espectáculo, Rocío vivió sus primeros amores reales. Uno de ellos fue José Luis Uribarri, presentador de televisión que quedó encantado por su dulzura e inocencia. Aunque ambos sintieron algo, la diferencia de edad y la presión social impidieron que ese romance avanzara.

Luego apareció Juan Pardo, miembro del grupo musical “Juan y Junior”. Fueron novios un tiempo, pero el corazón de Rocío no mentía: su verdadera atracción era por Junior, el otro integrante del dúo. El dilema fue doloroso, pues una amiga de Rocío también se interesaba por él y ella no quería hacer daño. Sin embargo, finalmente se atrevió a confesarle sus sentimientos a Junior. Él respondió con un beso, y así nació el amor de su vida.

UN MATRIMONIO QUE LO SOPORTÓ TODO

Rocío Dúrcal y Junior se casaron en 1969, en una ceremonia deslumbrante en el Monasterio del Escorial. Fueron 36 años de matrimonio, con sus altas y bajas, pero siempre con una base de amor verdadero. Tuvieron tres hijos: Carmen, Antonio y Sheila.

Hubo momentos difíciles. Junior pasó por una depresión, hubo rumores de infidelidades e incluso una fuerte crisis cuando Rocío protagonizó la película Me siento extraña, un filme polémico para la época por su temática lésbica. Sin embargo, la pareja supo superar los obstáculos y mantenerse unida.

JUAN GABRIEL Y UNA RELACIÓN INOLVIDABLE

En 1977, la vida de Rocío cambió para siempre al conocer a Juan Gabriel. Juntos crearon una de las alianzas artísticas más exitosas de la música en español. Canciones como Déjame vivir, Costumbres y Amor eterno la catapultaron a un nuevo nivel de fama, especialmente en México, donde fue reconocida como “La Reina de la Ranchera”.

Aunque su química artística era mágica, su relación personal tuvo altibajos. Alrededor de 1986, la relación se fracturó. Algunos dicen que fue por malentendidos durante grabaciones, otros por temas contractuales o diferencias de carácter. Incluso circularon rumores de una supuesta atracción entre Juan Gabriel y el propio Junior, esposo de Rocío, lo cual habría causado tensiones irreparables. Nada de esto fue confirmado públicamente.

EL FINAL DE UNA ESTRELLA

En 2001, a Rocío le diagnosticaron una grave enfermedad. Aunque luchó con todas sus fuerzas, su salud se deterioró rápidamente. El 25 de marzo de 2006 falleció en su casa en Torrelodones, Madrid. Tenía apenas 61 años.

A pesar del dolor, dejó un legado imborrable. Rocío Dúrcal no fue una mujer de múltiples romances escandalosos. Sus amores fueron pocos, pero profundos y verdaderos. Su esposo Junior fue el amor de su vida, y Juan Gabriel, su gran aliado artístico y, quizás, una historia inconclusa marcada por la admiración y los silencios.

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