Camilo Sesto: A cinco años de su adiós, su expareja revela la desgarradora verdad que todos temían
Aunque han transcurrido cinco años desde la desaparición física de Camilo Sesto, su sombra continúa proyectándose con fuerza sobre quienes formaron parte de su círculo más íntimo. Esta vez, es Lourdes Ornelas, madre de su hijo, quien ha decidido desenterrar memorias selladas por el silencio, relatando con voz temblorosa los episodios más oscuros y profundos de su vínculo con el ídolo español.
El romance entre Lourdes y Camilo nació bajo el fulgor de la fama, pero se gestó en la clandestinidad. Se conocieron en México, rodeados del brillo televisivo y las promesas del estrellato. Camilo, aún en ascenso, cautivó a Lourdes con su estampa elegante: alto, carismático, y con una chaqueta de leopardo que rompía moldes en su entorno conservador. Desde la primera cita, ella ya se sentía atrapada en una vorágine emocional de la que no podría escapar.
Sin embargo, la relación pronto dejó de ser idílica. Lourdes quedó embarazada tras una visita a Los Ángeles, y al comunicarle la noticia, Camilo le sugirió el aborto. Ella accedió, una decisión que la destrozó y de la cual nunca logró recuperarse del todo. Tras ese episodio, él se alejó… hasta que el destino los reunió otra vez, y con ello, el segundo embarazo que cambiaría todo: Camilo Blanes, su único hijo.
El nacimiento de Camilo Jr. fue inicialmente un secreto. Durante los primeros seis meses de vida del niño, el mundo creyó que Lourdes era solo una admiradora que tuvo un breve encuentro con el artista. Incluso mientras Camilo tenía otra pareja formal, Andrea Bronston, pidió conocer al bebé y al ver el parecido con él, se quebró en llanto.
Durante un corto tiempo vivieron como familia en Madrid, posando felices para las cámaras. Pero esa postal se rompió pronto. Camilo trasladó a Lourdes a un apartamento en el Paseo de La Habana, y el vínculo comenzó a resquebrajarse hasta convertirse en comunicación a través de terceros. Lourdes, sin independencia económica, se vio acorralada por la frialdad y el aislamiento. Eventualmente, regresó a México con su hijo.
La historia de este amor roto tomó un giro aún más amargo cuando Camilo, con la complicidad de la madrina del niño, llevó al pequeño de regreso a España sin el consentimiento de su madre. Lourdes libró una batalla legal por la custodia, pero finalmente la perdió. Esa cesión forzada le dejó una herida que sigue sangrando.
Años después, cuando Camilo Blanes cumplió 18 años, madre e hijo intentaron reconciliarse. Pero el muchacho ya no era el mismo: atravesaba problemas graves de adicciones, su salud mental era frágil, y su conducta errática comenzaba a preocupar seriamente. En las redes sociales —donde se hace llamar Saa Devel— publica imágenes perturbadoras, con pelucas, maquillajes extremos, señales de deterioro físico, y una mirada ausente que hiela la sangre.
Aunque fue designado heredero universal de Camilo Sesto —con una fortuna de varios millones de euros, propiedades y derechos musicales— su vida está marcada por la confusión, la soledad, y la desorientación. Según Lourdes, su hijo fue víctima del entorno decadente que lo rodeó desde pequeño, expuesto al alcohol y a influencias dañinas en casa de su padre. “Cuando lo conocí ni siquiera fumaba”, dice entre lágrimas.
Tras la muerte de Camilo en 2019, hubo tensión y controversia incluso en su despedida. A Camilín se le impidió asistir al funeral; según Lourdes, los representantes del cantante manejaban su vida como marionetas, restringiendo decisiones fundamentales. Finalmente, se confirmó su testamento: Camilo Jr. heredó todo. Pero el peso del legado es más emocional que material.
El declive de Camilín ha sido público y doloroso. Sus seguidores, muchos herederos del amor que sintieron por su padre, le ruegan que busque ayuda. Lourdes insiste en que necesita internación profesional, pero las leyes en España impiden hacerlo sin su consentimiento. Mientras tanto, el joven continúa sumido en un espiral peligroso de autodestrucción, evocando la trágica figura de Amy Winehouse, con quien se compara musical y estéticamente.
La vida de Camilo Sesto fue tan gloriosa como enigmática. Desde sus inicios musicales en los años 60 hasta su apoteósico ascenso en los 70 y 80, vendió más de 180 millones de discos, recibió miles de premios y dejó una impronta indeleble en la historia de la música en español. Fue compositor, intérprete y productor de sus propias canciones, pero también fue un ser atormentado por enfermedades, cirugías estéticas, y episodios dolorosos que marcaron su última etapa.
Tras su muerte, su legado fue inmortalizado no solo en cifras, sino en homenajes como el nombramiento de una avenida en su nombre en Alcoy, su ciudad natal, y la promesa de un museo con más de 800 piezas únicas de su carrera.
Y sin embargo, el eco más fuerte que dejó no fueron solo sus baladas. Fue el vacío que su partida abrió en quienes lo amaron, lo acompañaron, y lo enfrentaron. Lourdes Ornelas fue una de esas figuras silenciadas por años, cuya verdad —aunque tardía— arroja una nueva luz sobre la complejidad de un hombre que en el escenario era dios, pero fuera de él, arrastraba sombras difíciles de disipar.
¿Fue Lourdes el verdadero amor de Camilo? ¿O fue la música, su única devoción imperecedera?