Casi dos meses después de la muerte de Camilo Sesto, una voz largamente silenciada decidió romper su propio silencio. Lourdes Ornelas —la madre del único hijo del cantante— ha ofrecido por primera vez una mirada cruda, íntima y dolorosa a una relación marcada por el amor, la distancia y las decisiones difíciles que, durante años, permanecieron ocultas tras el telón de una vida artística brillante.

Lourdes conoció a Camilo cuando apenas tenía 17 años. Él, ya una estrella consolidada a sus 29, vestía una chaqueta de leopardo y zapatos de plataforma cuando se cruzaron por primera vez en los pasillos del programa “Siempre en Domingo”. Ella, entonces asistente personal de la cantante Lucía Méndez, quedó inmediatamente cautivada. Así comenzó una historia tan romántica como inestable.

Su primer encuentro ocurrió en México, en medio del apogeo de Jesucristo Superstar. Camilo la invitó a cenar en Los Ángeles y le mostró una canción que acababa de componer. Poco después, Lourdes descubrió que estaba embarazada. Fue entonces cuando Camilo le pidió que abortara, incluso facilitándole el dinero. Lourdes aceptó, y ese episodio la marcó para siempre. Volvió a México con el corazón roto y la desaprobación de su familia. Camilo se distanció por un tiempo, pero seis meses más tarde reanudaron el contacto.

El segundo embarazo llegó, y esta vez Lourdes decidió continuar. Así nació Camilo Junior. Aunque el mundo no supo de su existencia hasta que tenía seis meses, la noticia terminó por acaparar titulares. Sin embargo, lo que el público creía saber era solo una parte de la verdad. Muchos pensaban que Lourdes era apenas una aventura pasajera, pero Camilo la llevó a vivir a su casa en Torrelodones, España. Intentaron formar algo parecido a una familia. Incluso se habló de tener un segundo hijo, deseo que Lourdes albergaba con ilusión pero que él rechazó. La relación, ya frágil, comenzó a deteriorarse.

Lourdes fue enviada a vivir sola a un apartamento en Madrid, financieramente dependiente y emocionalmente sola. Tras seis años en España, decidió regresar a México con su hijo. Pero la tranquilidad fue breve. Camilo apareció nuevamente y se llevó a Camilo Junior a vivir con él en Miami. A partir de allí comenzó una batalla legal amarga por la custodia del niño. Lourdes terminó cediendo, una herida que, según sus propias palabras, nunca ha sanado.

Años después, Camilo describiría a Lourdes como una persona “educada y amable”, y aunque su relación fue intermitente durante 17 años, siempre existió un respeto mutuo. Sin embargo, la dependencia emocional y económica fue una constante que Lourdes debió soportar.

Hoy, su hijo Camilo Junior, convertido en un hombre de 40 años, atraviesa momentos difíciles. Problemas de adicción, crisis de salud mental, episodios autodestructivos y una exposición mediática cruel han empañado su vida. La herencia de su padre —valorada en alrededor de 7 millones de euros— lejos de brindarle estabilidad, lo convirtió en blanco de oportunistas y en el epicentro de conflictos legales. Lourdes acusa a los representantes de la herencia de manipular la situación y de aislar aún más a su hijo, impidiéndole incluso despedirse adecuadamente de su padre.

A todo esto se suma un legado artístico impresionante. Camilo Sesto, cuyo verdadero nombre era Camilo Blanes Cortés, falleció el 8 de septiembre de 2019 a los 72 años debido a un paro cardiorrespiratorio provocado por un fallo renal. Su voz marcó la historia de la música en español. Éxitos como Perdóname, Melina y Vivir así es morir de amor siguen siendo himnos de varias generaciones. Pero también hay otra historia, la que no se canta ni se premia: la de un hombre marcado por sus decisiones, por sus silencios y por las consecuencias que otros —especialmente Lourdes y su hijo— han tenido que cargar.

Hoy, con su testimonio, Lourdes Ornelas no busca revancha ni compasión. Solo quiere que se conozca la verdad. Una verdad que revela que detrás del ídolo inquebrantable había un ser humano lleno de contradicciones, con luces y sombras, capaz de inspirar con su voz y, al mismo tiempo, dejar heridas abiertas que el tiempo aún no ha logrado cerrar.

Camilo ya no está. Pero su historia —la completa, no solo la de los aplausos— sigue escribiéndose. Y quizás, solo ahora, empezamos a entender quién fue verdaderamente.

Video