Camilo Sesto: El Genio Que Conquistó el Mundo y Partió en Silencio
Fue más que un cantante. Más que un compositor. Camilo Sesto fue una fuerza. Un alma vibrante que, con una sola nota, podía cambiar el rumbo de un corazón herido. Su historia no comenzó en escenarios ni alfombras rojas, sino en la humildad de un hogar alicantino, donde el joven Camilo Blanes Cortés soñaba con alcanzar el cielo a través de la música, sin saber que un día sería llamado “la voz eterna del amor”.
Desde muy pequeño mostró una sensibilidad única. En el colegio fue corista, y ya en su adolescencia integró el grupo “Los Dayson”, cantando versiones de The Beatles y El Dúo Dinámico en bodas y reuniones, mientras empezaba a escribir sus propias canciones. Su talento no tardó en buscar horizontes más amplios, y fue así como, en los años 60, llegó a Madrid persiguiendo un sueño que parecía imposible. Tocó puertas, hizo coros, vendió cuadros para sobrevivir… pero nunca se rindió.
Su primera gran oportunidad llegó al integrarse en el grupo “Los Botines”, con quienes participó en películas y programas de televisión. Sin embargo, la verdadera explosión de su carrera vino cuando decidió seguir como solista y adoptar el nombre artístico que marcaría generaciones: Camilo Sesto.
En 1970 lanzó su primer sencillo y, poco después, su primer álbum. Temas como Algo de mí, Ay, ay, Roseta o Mendigo de amor lo catapultaron a la fama. En los años siguientes, Camilo se convirtió en uno de los artistas más exitosos del mundo hispanohablante. Grabó discos inolvidables como Amor Libre, Rasgos, Sentimientos, Horas de amor y Amaneciendo, cada uno con éxitos que aún hoy se escuchan con emoción: Melina, Perdóname, Jamás, Vivir así es morir de amor…
Fue también pionero. En 1975 protagonizó, produjo y financió por completo la ópera rock Jesucristo Superstar en su versión española, en una época donde nadie se atrevía a proyectos de esa magnitud. Su entrega no conocía límites.
Pero no todo fue fama y aplausos. Camilo también conoció el dolor, la traición y la enfermedad. En 2001 fue sometido a un trasplante de hígado tras años de luchar en silencio contra una hepatitis. Aunque logró sobrevivir, el procedimiento dejó secuelas físicas que lo acompañaron hasta el final de sus días.
Su vida sentimental fue siempre un misterio cuidadosamente guardado. Se le atribuyeron romances con actrices y colegas, pero él nunca confirmó nada públicamente. Tenía un solo hijo, Camilo Michel, fruto de una relación con la mexicana Lourdes Ornelas. A él le dedicó sus últimos años.
En los 2000 emprendió una gira de despedida que agotó entradas en todos los países donde se presentó. Fue ovacionado en Nueva York, México, Chile, Perú… El mundo lo despidió de pie, con respeto y lágrimas.
Camilo Sesto falleció el 8 de septiembre de 2019, a los 73 años, a causa de un paro cardiorrespiratorio y un fallo renal. Atrás dejó una discografía monumental, cientos de premios y millones de corazones marcados por su voz.
Pero más allá del éxito, lo que queda es su legado humano: la sensibilidad de un hombre que escribió desde el alma, que amó en silencio, que entregó su vida entera al arte y que supo, con una guitarra y su voz, acompañarnos en las noches más solitarias.
Camilo no se fue. Vive en cada canción. En cada suspiro que nace cuando alguien escucha, por primera vez o por enésima vez, “Algo de mí se va muriendo…”. Y en ese instante, todos entendemos que hay artistas que no mueren jamás.