Jamás volvió a ser lo mismo: el velo que separó a Camilo Sesto de Ángela Carrasco
Desde el inicio, Camilo no la describió solo como una artista más; Ángela Carrasco era para él un faro creativo, una chispa vital que encendía las melodías que brotaban de su alma. A ella le dedicó piezas cargadas de emoción, entre ellas una canción inmortal cuyo título no ha dejado de despertar interrogantes. ¿Quién era realmente esa joven de mirada dulce y piel canela que caminaba a su lado?
Más allá de los focos y las ovaciones, había una historia íntima entre el genio español y la dominicana que trascendía lo profesional. A pesar de que ella fue su voz en muchas de sus creaciones más emblemáticas —como “A pesar de todo te sigo queriendo”— y lo acompañó en su salto al estrellato internacional, una herida emocional los separó para siempre. Una afrenta que Camilo jamás logró perdonarle, aunque los celos, según quienes les conocían, no formaban parte del temperamento del maestro.
Camilo la definió como su mejor musa, su modelo ideal. Y él, a su vez, fue su sastre perfecto, quien moldeó su carrera con precisión milimétrica. Pero ni siquiera esa sintonía fue suficiente para salvarlos del ruido de voces ajenas. Ella, harta de rumores y especulaciones, rompió el silencio: “Estoy cansada”, declaró en una entrevista, con tono de hartazgo.
Camilo fue el arquitecto del despegue artístico de Ángela. Juntos desafiaron prejuicios religiosos cuando protagonizaron Jesucristo Superstar como Jesús y María Magdalena. La controversia incluso tocó las puertas del Vaticano. Pero nada detuvo su ascenso. Camilo la presentó al mundo como su telonera, su elegida. Y cuando los abucheos ensombrecieron sus primeras actuaciones, él no dudó: “Si no la quieren a ella, tampoco me quieren a mí”. Ese gesto selló una lealtad artística que muchos confundieron con amor.
Desde su llegada a España, Ángela ya escuchaba a Camilo. Su canción “Algo de mí” fue banda sonora de su travesía desde República Dominicana, dejando atrás a su primer amor, Ramón Ignacio Socías, con quien luego se casaría. Pero fue en un programa de televisión donde sus caminos se entrelazaron por fin. Ella, modelo emergente; él, un astro en ascenso.
Ambos coincidieron en un especial televisivo que marcó el inicio de algo profundo. Poco después, Camilo fue clave en su elección para encarnar a María Magdalena entre más de mil aspirantes. El mismo Camilo confesó: “No había otra. Era ella o nadie”.
Durante las funciones de la obra, Ángela soportó no solo las críticas de sectores conservadores, sino también la devastadora noticia del fallecimiento de su padre. Aun así, salió a escena, transformando el dolor en arte. El público, cautivado por su profesionalismo, la abrazó con admiración.
España entera quedó fascinada con la dupla. Se esperaba que terminasen juntos, como pareja no solo musical. Camilo le regaló canciones hechas a medida, produjo sus primeros álbumes y la impulsó en giras por América, incluso en escenarios tan icónicos como el Madison Square Garden. En esas giras, los susurros sobre una relación sentimental se intensificaron.
Sin embargo, el lazo comenzó a resquebrajarse cuando una entrevista publicada en una revista española citó a Ángela diciendo que no le debía nada a Camilo. Un golpe duro para el hombre que la había elevado. Tal vez ella solo buscaba liberarse de la sombra que la cobijaba, o tal vez, como ella misma dijo, “había personas que no soportaban nuestra conexión sobre el escenario” y sembraron discordia.
Camilo, herido por la deslealtad, comenzó a alejarse. Ángela tomó nuevos rumbos: cambió de sello, de equipo, y experimentó con géneros más caribeños. Aunque su voz nunca dejó de cantar canciones que él escribió, ya no caminaban juntos.
La herida se profundizó en 2018, cuando Camilo grabó un nuevo álbum sin invitarla. Las colaboraciones femeninas fueron otras. Ángela, dolida, reaccionó con vehemencia: “Ninguna vivió lo que yo viví a su lado”. Aquello fue la gota que desbordó el vaso.
Lo que ella no sabía era que Camilo no había participado en la elección de las cantantes para ese disco, que se trataba de un homenaje sinfónico organizado por terceros. Un malentendido que arrastró un desencuentro irremediable.
Un reencuentro fugaz se dio poco antes de la muerte de Camilo. Ella quiso enmendar el pasado, recuperar los minutos perdidos con el hombre que la descubrió. Pero el destino tenía otros planes: cuatro días después, Camilo falleció a los 72 años. La tristeza fue inmensa. Ella asistió a su funeral, y en 2021 publicó el disco Él y yo, su forma de cerrar el ciclo, de despedirse del gigante de la balada que marcó su vida.
Este no fue solo un distanciamiento artístico. Fue una historia de gratitud, desencuentro, orgullo y pérdida. Un vínculo tan intenso que, al quebrarse, dejó una estela imposible de ignorar.